Surgen interesantes reflexiones al contemplar la metamorfosis perpetua de los sistemas monetarios a lo largo de los anales del tiempo. A lo largo de la historia, el uso del oro y de la moneda soberana ha perdurado, facilitando las actividades comerciales con mayor comodidad, seguridad y eficacia.
En la sociedad contemporánea, una multitud de monedas, como los venerados USD, GBP y EUR, adornan nuestro panorama económico. Sin embargo, en su esencia básica, independientemente de su naturaleza individual, cada moneda representa una mera afirmación, un derecho conferido a una entidad tangible, ya sea el oro como moneda soberana o el ilustre Bitcoin para el enigmático reino de criptomoneda.
Debe tener las siguientes propiedades:
El valor depende de la escasez
En el gran tapiz de monedas valiosas, hay un requisito innegable que se destaca: la escasez. En este sentido, Bitcoin se viste con un manto de singularidad, que lo distingue de la multitud de otras formas monetarias. Su singularidad reside en su oferta finita, un atributo que tiene una enorme importancia. La intrincada red que teje garantiza que, a medida que aumenta el clamor por los bitcoins, su valor baile al unísono. El universo nunca verá más de 21 millones de bitcoins en circulación, y esta sinfonía genera estabilidad y seguridad a su paso.
La faceta enigmática de la durabilidad
Al adentrarnos en el mundo de las monedas digitales, nos embarcamos en un fascinante viaje por aguas desconocidas. Es aquí donde se despliega un atributo intrigante que pinta un vívido cuadro de singularidad. A diferencia de sus contrapartes, cuyo valor oscila caprichosamente con el paso del tiempo, el valor de un bitcoin permanece eternamente firme. Esta profunda característica le otorga un aura de impermeabilidad, convirtiéndolo en el recipiente por excelencia para almacenar valor durante períodos prolongados. Protegido de los estragos de la inflación y la deflación, se mantiene firme, un faro de constancia inquebrantable en un panorama en constante cambio.
Fungibilidad
La fungibilidad es el concepto de que todos los bienes o monedas son intercambiables. En general, esto significa que cuando dos artículos están en el mismo estado o condición, el comprador no reconoce diferencias significativas entre ellos y, por lo tanto, los intercambiaría sin notar ninguna diferencia. El factor que puede poner un punto débil a la fungibilidad del bitcoin es su trazabilidad e historial.
Divisibilidad
La unidad más pequeña de las criptomonedas se conoce como bit. Con un valor fraccionario de 0,000001 bitcoin, o su versión sucinta de 0,00000001 BTC, esta unidad monetaria deriva su nomenclatura de la primitiva medida de un barco cargado de madera: el infame “bit”. Dicho término alguna vez dominó la región de América del Norte a fines de los años 80 y principios de los 90, y designaba objetos de proporciones diminutas que podían transportarse a pie o a caballo.
Si profundizamos en el ámbito de esta denominación digital, nos topamos con la noción de portabilidad. Bitcoin, una moneda global omnipresente y descentralizada, desafía las ataduras de la autoridad central y se vuelve transmisible de un individuo a otro sin el control de intermediarios. El principal catalizador de su creciente prominencia reside en su asombrosa capacidad de atravesar el mundo con celeridad, transfiriendo rápidamente valor monetario con gastos asociados insignificantes.
Han transcurrido trece años desde la aparición de Bitcoin, y la perdurable prevalencia de este tesoro digital es un testimonio de su inquebrantable fortaleza. El atractivo de este medio virtual persiste debido al incesante anhelo de la población por intercambios financieros seguros y autónomos que no dependan de sistemas terciarios.